Es viernes y estás esperando un informe importante o un balance de cuentas del trimestre para definir los siguientes pasos, pero acaba el día, el trabajo no llega tiempo y la frustración te acompaña hasta el lunes por la mañana. Uno de los factores determinantes para poder solucionar esta situación eliminar la procrastinación de tu plantilla. Si tú también conoces trabajadores que posponen sus tareas y quieres aprender cómo motivarlos, esta entrada está hecha para ti.
La procrastinación es un comportamiento que todos hemos experimentado en mayor o menor medida, no obstante, se puede combatir si entendemos por qué lo hacemos. ¿Es porque no sabemos por dónde empezar y al final el trabajo se nos hace cuesta arriba? ¿Es que le damos una y mil vueltas a las decisiones antes de tomarlas? ¿O es que nos esperamos hasta el último minuto?
Joseph Ferrari, profesor de psicología en la Universidad DePaul (Chicago) y experto en el estudio de la procrastinación, clasifica en tres grupos a los trabajadores que posponen sus tareas:
¿Tus trabajadores son adrenalinodependientes, guardametas u ocupidos? Descúbrelo. Clic para tuitear
Los “adrenalinodependientes”
¿Alguno de tus empleados afirma que “trabaja mejor bajo presión”? Pues está en lo cierto. Hay ciertos perfiles de trabajadores que posponen sus tareas hasta el último minuto porque les encanta sentir la adrenalina de trabajar contrarreloj. A este tipo de trabajadores les cuesta mucho empezar un proyecto si saben que todavía tienen tiempo para entregarlo y cuando se acerca la fecha de entrega, invierten el tiempo justo, lo que a veces causa que el resultado final no tenga una calidad sobresaliente.
¿Qué podemos hacer para que estos trabajadores que posponen sus tareas no vuelvan a hacerlo? Un buen remedio es fragmentar el proyecto en varias tareas pequeñas y fijar unas fechas de entrega más seguidas, así el trabajador siempre estará trabajando con una fecha límite y sentirá la adrenalina de seguido.
Los “guardametas”
Lo de “guardameta” viene por la manera que tienen de pasarles la pelota de responsabilidad a otros compañeros. Normalmente, estos trabajadores dejan que otros tomen las decisiones por ellos (así si sale mal, no se les puede culpar) en lugar de ser proactivos, en gran parte porque muchos de ellos tienen miedo al fracaso.
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Lo mejor para que estos trabajadores que posponen sus tareas se enfrenten a sus miedos y dejen de ser perezosos es ayudarles a que se comprometan públicamente con la tarea, en forma de reto, por ejemplo. Aunque ellos prefieran que los demás piensen que no tienen ganas en vez de que no son capaces, hemos de hacerles entender que el fracaso forma parte del proceso de aprendizaje y que equivocarse también es bueno, porque nos ayuda a distinguir lo que es efectivo de lo que no.
Los “ocupidos” (ocupados pero poco productivos)
Estos trabajadores no tienen problemas para empezar un proyecto, su fallo es que… ¡nunca lo terminan! Normalmente, empiezan un proyecto con mucha energía y elaboran un listado de todo lo que necesitan, pero luego no saben por dónde empezar. O peor, son tan meticulosos y perfeccionistas que alargan la entrega del trabajo hasta la saciedad porque no están del todo contentos con el resultado final.
Para que estos trabajadores que posponen sus tareas cambien el chip necesitan una buena dosis de prioridad, solo así podrán seguir un orden de trabajo lógico y distinguir qué tareas tienen más peso para centrarse en ellas. Con las prioridades claras, pueden fijarse metas altas en tareas específicas, en lugar de no acabar el proyecto solo porque no pueden hacerlo perfecto.
Las tres soluciones que aportamos a cada tipo de trabajador se pueden poner en práctica mediante un sistema de gamificación como el que está presente en Zeppelean, la herramienta de evaluación del desempeño que convierte las tareas diarias en misiones y recompensa instantáneamente a los trabajadores por su diligencia y compromiso con la empresa.
¿Has puesto en práctica nuestros consejos y quieres contarnos cómo te ha ido? ¡Déjanos un comentario!
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