“Aquí se viene a trabajar, no a jugar” y más tonterías sobre la gamificación

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Puede que tú ya tengas muy claro que la gamificación es la solución a todos o a muchos de los problemas que tienes en tu empresa: La gamificación puede motivar empleados, generarte datos, disminuir la rotación y el absentismo… Pero le explicas a tu jefe en qué consiste la gamificación y te dice la dichosa frase “Aquí se viene a trabajar, no a jugar” o “No quiero que mis empleados vengan a jugar”. ¿Y sabes qué? Tu jefe tiene razón.

Llevo mucho tiempo pensándolo, y cada vez estoy más convencido de que lo peor que le ha podido pasar a la gamificación es llamarse “gamificación”. Si se hubiera llamado “productivicación” o “eficienciación” no ocurriría lo que está ocurriendo: la gente cree que la gamificación es convertirlo todo en un juego divertido, en una fiesta continua. Y la realidad está muy alejada de eso: La gamificación consiste en hacer que las actividades sean más satisfactorias.

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Con esto quiero decir que le estamos explicando mal al jefe en qué consiste la gamificación. No se trata de jugar en el trabajo, no se trata de “sacar el niño que todos llevamos dentro”. Lo que está en juego es la cabeza del jefe, los millones de inversión de los fundadores… ¿En serio van a tomarse esto como un juego? ¿O dejarlo en manos de gente que “saca el niño que lleva dentro”? Esto no transmite seriedad. No transmite confianza.

Vamos a poner un ejemplo. La herramienta Zeppelean. Zeppelean convierte la evaluación de indicadores en un “juego”. El empleado recibe ventajas en ese juego si mejora los resultados que estamos midiendo entre un periodo de evaluación y otro, y también si realiza acciones concretas para mejorar esos resultados. Como tiene claro el objetivo y la recompensa, pone el foco en mejorar esos resultados. ¿Veis? No se trata de convertir la medición en un juego, sino de insertar herramientas típicas de los juegos para hacer un mejor trabajo.

 

¿Jugar es divertido? De verdad, piénsalo.

Asociamos la palabra “divertido” a algo alegre, lúdico… pero la gran mayoría de los juegos no son así. Los juegos son duros, son frustrantes, son retos… Como el trabajo. ¿Es que nunca te has acordado en voz alta de la madre del rival cuando te ha robado la pelota jugando a fútbol? ¿Es que nunca has lanzado con rabia el móvil contra el sofá cuando has perdido por 20ª vez en esa pantalla del Candy Crush? Muy alegre y muy lúdico todo esto, ¿no?

Jugar no es divertido, es satisfactorio. Lo que nos gusta del juego no es la “fiesta”, es la satisfacción. Y es satisfactorio por una serie de elementos que los diseñadores de juego insertan en ese juego. Y la gamificación consiste en aplicar estos elementos en otros ámbitos como el trabajo. ¡Y esto es lo que le tienes que decir a tu jefe para convencerlo! No se trata de hacer que los empleados jueguen, se trata de hacer que los empleados apliquen en el trabajo la misma actitud y la misma pasión que aplican cuando juegan. La gamificación no convierte tu empresa en una fiesta con globos y confeti (ni siquiera los juegos hacen eso), la gamificación hace que saques lo mejor de ti para cumplir tus objetivos.

Imagen: Freepik