Aunque el término todavía sigue sonando muy yanqui, ya son varias las empresas españolas que ven la cultura de empresa como elemento diferenciador en el mercado e incluso como una herramienta muy potente para la captación del talento, pero ¿qué es exactamente la cultura de empresa? ¿Y quién debe elaborarla? Sigue leyendo para averiguarlo.
¿Qué es exactamente la cultura de empresa?
De todas las definiciones que existen en la red, quizá la más esclarecedora sea esta de Frances Frei y Anne Morriss, que define la cultura de empresa como “lo que nos dicta qué debemos hacer cuando el jefe no está cerca, que es la mayoría del tiempo”. Los trabajadores toman cientos de decisiones al día y la cultura de empresa les sirve de guía para saber cómo actuar acorde a los valores y misión de la empresa en todo momento, desde cómo responder ante una petición inusual de un cliente hasta saber si es aceptable compartir una crítica constructiva con el jefe o es mejor no decir nada.
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Así que, en resumidas cuentas, podríamos definir la cultura de empresa como una guía para los empleados donde se plasma la misión de la empresa, sus valores y sus objetivos a largo y corto plazo, que ¡ojo! no tiene por qué ser precisamente una guía, puede ser también una formación inicial al entrar a trabajar en la empresa o, simplemente, ese clima que se respira en el ambiente.
Los trabajadores toman cientos de decisiones al día y la cultura de empresa les sirve de guía Clic para tuitear¿Quién debe elaborar la cultura de empresa?
Muchos afirman que son los propios empleados los que definen la cultura de la empresa. Y sí, eso es cierto, pero eso no quiere decir que sea lo más adecuado. Os ponemos un ejemplo: imaginad que vais a una cadena de restaurantes y la persona que os atiende os trata de malas maneras, no pone atención en vuestro pedido y es maleducada. Automáticamente, cuando alguien nos pregunte sobre tal o cual restaurante, diremos: “Uy, no, ahí no vayas, que me trataron fatal”. Aunque no sea justo, automáticamente asociaremos esos valores a la empresa.
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Pero esto no solo es importante para las empresas que trabajan de cara al público, lo mismo puede suceder si uno de tus empleados no cuida lo suficiente a un cliente final o trata de malas maneras a un proveedor. Recordemos que nuestros trabajadores siguen siendo nuestro mejor altavoz y proyectan la cultura de empresa allá por donde vayan, así que si dejamos que se asocie ciertos comportamientos negativos a nuestra empresa o marca (por ejemplo: “vaya tela con mi jefe, no se le puede ni toser” o “el otro día acabé a gritos con un cliente por teléfono”), todo el círculo de personas de nuestro empleado, que pueden ser potenciales clientes o incluso, ¿por qué no? potenciales profesionales que podrían aportar muchísimo si trabajaran en nuestra empresa, no querrán relacionarse con nuestra empresa.
De hecho, esta es una de los motivos por los que los millennials no querrá trabajar en tu empresa.
Por el contrario, si el discurso es completamente diferente, como por ejemplo, “pues los viernes comemos todos juntos en la oficina y se respira buen rollo” o “El otro día tuvimos un jaleo parecido y el jefe enseguida puso una solución”, la percepción sobre la cultura de empresa cambiará. Por norma general, si los empleados están orgullosos de la empresa en la que trabajan y de la cultura de empresa, lo compartirán con los demás sin tener la obligación de hacerlo.
¿Cómo podemos conseguir ese resultado deseado? Lo mejor en estos casos es coger el toro por los cuernos y, en lugar de esperar a que los empleados dar una imagen errónea de puertas para fuera, el departamento de Recursos Humanos, junto con Dirección o cualquier persona implicada en la creación y el desarrollo de la empresa, debe desarrollar una cultura de empresa firme que sirva como herramienta de cohesión entre los trabajadores y la empresa y como reclamo para atraer profesionales con talento que compartan la visión de la empresa.
La cultura de empresa, de ser “deseable” a “imprescindible” Clic para tuitear
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