Menuda confusión. ¿Qué ha podido pasar? No paras de preguntarte lo mismo desde que hace unos días le propusiste un ascenso a un trabajador y la respuesta no ha sido la que esperabas. No te planteaste la posibilidad de que dijera que no, de hecho, ¡todo lo contrario! Si hasta creías que se lo esperaría. Si te has sentido o te sientes así, te presento algo con lo que tendrás que lidiar si buscas la excelencia en la gestión de los Recursos Humanos: el autoboicot.
Cuando el autoboicot viene a aguarte la fiesta
Durante varias semanas estuviste trabajando duro para negociar con tu directivo las condiciones del nuevo perfil que tanto necesitas. Ambos sabéis que os urge alguien así en el equipo. Y, sobre todo, tú eres consciente de la importancia que tiene que personas con talento progresen y se sientan valoradas. Fue una negociación dura, pero por fin lo lograste.
Durante la mañana del día siguiente estuviste pensando en cómo darle la noticia. Se acerca el momento y estás pletórico. Esta es la parte más satisfactoria de tu trabajo: nada provoca más bienestar personal en un responsable de recursos humanos que ofrecer progresión a un compañero válido.
Nada hace más feliz al responsable de #RRHH que ofrecer progresión a un compañero válido. Clic para tuitear
Conforme le vas dando la noticia percibes que el tono de su cara va cambiando. La voz le tiembla. Empieza a hacer movimientos sin sentido ni utilidad e incluso te ha desviado la mirada en varias ocasiones. Entonces empiezas a preguntarte… ¿qué ha ido mal? Las condiciones económicas no son todo lo buenas que tu desearías pero, a tu juicio, es una buena oportunidad.
Le has dado unos días para que decida algo. Sospechabas que iba a ser una rápida respuesta afirmativa. Sin embargo, durante unos días empieza a comportarse de un modo extraño. Incluso incompatible. Hay veces que deja cosas inacabadas o deja para última hora tareas que antes realizaba sin problemas. ¡Oh no, maldita procrastinación! Hay otras veces, que hace muchas más horas de las necesarias, e incluso vino a plantearte la posibilidad de realizar un curso de formación. ¡¿Un curso de formación?! Pero si cuando llegó su currículum había cara y media de formación complementaria.
¿Qué está ocurriendo? Lo siento, pero tienes un problemón.
Tu trabajador es dueño y señor de un complot contra sí mismo.
Tu empleado está bloqueando su propio progreso. Padece de un mal de amores conocido como autoboicot. Y sí, es un problemón, porque nada cuesta más dinero a una empresa que un talento desenamorado de sí mismo. Pero no te angusties, tiene solución.
Nada cuesta más dinero a una empresa que un talento desenamorado de sí mismo. Clic para tuitear
Lo que le ocurre es muy sencillo pero a la vez muy complejo. La persona que sufre de autoboicot tiene miedo a su propio progreso. Incluso tú alguna vez pudiste sentirlo. Quizá la primera vez que te enfrentaste a tu primer empleo. Puede que recuerdes vagamente esa sensación de creer que no ibas a ser capaz, de miedo a fracasar… es lo que se conoce como “síndrome del impostor”. Básicamente puede resumirse como la creencia de que no merecemos el ascenso o de que ha sido un golpe de suerte el encontrar este empleo tan perfecto, y vamos a estafar a aquellos que han creído en nosotros. Repito, no merecemos.
Juicio de autovalor a la vista, es hora de poner en marcha la parte más humana de los Recursos Humanos. Esto no es cuadrar unos turnos o buscar cursos de perfeccionamiento. Esto requiere de sensibilidad y paciencia. ¡Con lo que te ha costado aprender a dejar a un lado tu parte emocional para no mostrarte débil!
¿Cómo consigo que un trabajador que sufre de autoboicot me confiese sus miedos?
Es difícil, y más aún cuando sus temores están relacionados con su valía profesional. No temas, la solución viene ya. Atento: sé honesto. La honestidad es a los recursos humanos lo que el oxígeno a la vida.
La honestidad es a los recursos humanos lo que el oxígeno a la vida. Clic para tuitear
Crea un espacio y ambiente que dé pie a un buen clima de modo que facilite una conversación. Pon en marcha tu inteligencia emocional.
Muéstrale tu preocupación de un modo genuino. Y sobre todo, hazle ver por qué merece ese ascenso. No le des palabras vacías carentes de emoción que recuerdan a un soniquete político-empresarial. Muéstrale hechos: ejemplos simples y verificables. “Gracias a tu informe sobre tal cliente, la empresa pudo ofrecerle un servicio más acorde a sus intereses y nos contrató el servicio”. “Cuando el equipo parecía que iba a desfallecer, hiciste aquella reunión en la que conseguiste motivar a tus compañeros”. Etcétera. Cuántos más etcéteras, mejor.
Dale margen de error. Hazle ver que todo cambio necesita de adaptación, y que en el error se abre una oportunidad única de aprendizaje. Que no ocurre nada por consultar, indagar, hacer uso constructivo de los compañeros… Respétale esa decisión valiente que va a tomar de salir de su zona de confort; dale tiempo y confianza.
Y por último, negocia condiciones. Puede que le preocupe si este ascenso le va a restar tiempo en familia, o si provocará un cambio de relaciones con su grupo de trabajo, o si va a suponer dejar de llevar a cabo esas tareas que crees que ya no están a su nivel pero que le hacen sentirse tan realizado, porque le encantan. Posiblemente sus peticiones para aceptar el puesto sean menos exigentes de lo que tú pensabas. Igual no quiere tanto salario económico y sí más salario emocional. O quizá, le encantaría disponer de un margen de innovación, porque ha oído que existen nuevas estrategias de motivación laboral como la gamificación que están funcionando muy bien. Zeppelean es sin duda una muy buena herramienta que puede ayudarte a tener a tu equipo altamente motivado y enfocado en alcanzar sus objetivos.
Escúchale y aprende. Se te ha ofrecido una maravillosa oportunidad para ser mejor profesional.
Comments are closed.